Por. José Gregorio Torres
«¡Que se haga justicia!», es el grito unánime de la humanidad. Es la virtud que hace de la vida algo digno y soportable, pues sin ella las personas están expuestas a todo tipo de violencias.” Con esta frase se ha querido iniciar esta breve nota porque mucho de ella hay en este caso, probablemente, hay muchas excusas y hasta cierto punto justificaciones para que hoy a un año de la lamentable desaparición física del apreciado y recordado servidor público Miguel Benítez Guacalito, no se haya hecho justicia. Los que no hayan conocido a este personaje, poco podrán decir de su personalidad y de su conducta social, pero quienes le vieron trajinar cotidianamente, podrán decir que Miguel nació para el servicio a los demás.
De ser un empleado de la Alcaldía, pasando por todos los departamentos, servicios donde eran requerido sus conocimientos y destrezas, como chófer, obrero, pero siempre con el sentido claro que su responsabilidad era más servir que ser servido, allí nadie le ganó a Miguel, sacrificando horas de su descanso porque hasta allí llegó la obra de este personaje anónimo, que hoy a un año de su partida hay que reconocer sin mezquindad, y ¿quién no recuerda a guacalito, en Protección Civil ? allí donde se sintió finamente a gusto pues era una institución que se adaptaba a sus ideales. De chofer a mecánico, orientador y consejero de sus compañeros, como dijeran en el argot coloquial, “el utiliti”, pero más allá fue un ejemplo con su propia vida, con su actuar y su personalidad.
Aun la familia de Miguel Benítez, hoy espera el reconocimiento, ese que ganó para él y para su familia, porque todos recuerdan cómo fueron sus últimos días, difíciles por demás, su salud que se fue desmejorando gracias a una severa contusión cerebral que le causó finalmente la muerte, sin embargo, Miguel contó con su familia, su esposa con sus hijos y demás familiares, quienes con sus atenciones reconocieron en él, su vida de sacrificio, sin embargo, no se puede decir lo mismo con los que tiene la responsabilidad, de no olvidar que este hombre entregó su juventud plena al servicio de la Alcaldía, nadie podrá desmentir que su entrega fue más allá de sus responsabilidades, momentos difíciles, ausencias para su familia, sin embargo, hasta hoy a Miguel no se le ha hecho justicia. Y su esposa Nancy sus hijos, nietos aún esperan por su justa recompensa. A su primer año de ausencia quienes le conocieron y apreciaron a su familia, les piden a las autoridades que se cumpla con las merecidas y justas reivindicaciones pos mortem de Miguel. Es una cuestión de justicia. PAZ A SU ALMA.