El patrimonio de Leandro Izquierdo todavía sigue en pie

POR ALIX ROMÁN

Cortesía del Cultor Jesús Hernández

En el corazón del pintoresco sector Palo Negro de Carache, aún se alza, con la dignidad de los años, una humilde vivienda de bahareque que fue testigo de la vida de un personaje singular: Leandro Izquierdo. Este sacristán de la antigua iglesia de tapial, a pesar de no saber leer ni escribir, trascendió su época al grabar el nombre de Simón Bolívar con ramas y hojas, una demostración palpable de su agudeza mental y profundo respeto por el Libertador. Su ingenio al responder preguntas complejas lo convirtió en una figura memorable para los habitantes de Carache.


Hoy, su casa, un sencillo cuarto que también albergó a sus cinco hijos, se erige como un símbolo de una época y un testimonio de la vida de una familia trabajadora. Juan Bautista Izquierdo, el menor de sus hijos, fue el único en vivir hasta su muerte en esta morada. Albañil de oficio y trabajador del consejo local, en sus últimos años se dedicó a la creación artesanal de materos y bateas con cemento y arena.

Fue Juan Bautista quien, junto a su compañera Ana Hernández, amplió la vivienda familiar construyendo paredes de adobe, destinadas a la cocina y un nuevo cuarto. A diferencia de su padre, la memoria de Juan Bautista perdura también en una fotografía, un recuerdo tangible para las generaciones venideras.


Sin embargo, la historia no se detiene en los muros de adobe. Una luz de esperanza brilla para la antigua casa de Leandro Izquierdo. Recientemente, ha comenzado una iniciativa de restauración con el objetivo de convertirla en patrimonio cultural de Carache.

Obras de arte ya adornan el lugar, marcando el inicio de un proceso que busca reparar las paredes y aplicar una nueva capa de pintura. El sueño es que, en un futuro cercano, este espacio se convierta en un punto de encuentro para que los carachenses recuerden y honren el legado de Leandro Izquierdo.


Paralelamente a la figura de Leandro, emerge la invaluable historia de Ana Hernández. Su vida, entrelazada con la de Juan Bautista durante muchos años, va más allá de su contribución en la elaboración de adobes. Dedicada a arduas labores, entre las que destaca el lavado de ropa ajena en los ríos y posteriormente en su hogar, Ana representa un capítulo vivo del pasado carachense. Su trayectoria vital es un libro de relatos y experiencias que merecen ser rescatados y valorados.


La iniciativa de restauración de la casa de Leandro Izquierdo no solo busca preservar un espacio físico, sino también rescatar y celebrar la memoria de dos figuras que, a través de su ingenio, trabajo y vida cotidiana, tejieron parte importante de la identidad cultural de Carache. El futuro patrimonio cultural se erige como un faro para recordar de dónde venimos y honrar a aquellos que, con sus acciones, dejaron una huella imborrable en la historia local.

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