Por. José Gregorio Torres
Quien desconoce la historia, puede decir cualquier cosa, menos la verdad y el trasfondo más importante que sostiene una decisión tomada en un tiempo determinado, época en los que aún se respetaba la autoridad, pero se iniciaba otro período con menos valores y ausencia de responsabilidades donde sin duda, jugó papel preponderante la tecnología galopante y con ello, el éxodo de nuestros habitantes, intercambio permanente de culturas foráneas sumándose a la vez costumbres, tradiciones diferentes y en muchos casos, carentes de la mínima formación ideológica, intelectual, social. En medio de todo esto surgen nuevos tiempos, cambios que obligan a las autoridades a asumir retos innovadores y por ende, leyes, reglamentos, ordenanzas y otros controles necesarios para evitar los desafueros y los excesos especialmente en tiempos de Carnaval.
En Carache en los años ochenta ya se estaban presentando dificultades en el comportamiento de jóvenes, que por su poca formación o por el entusiasmo que caracterizaba a esos días carnestolendos, se convertían en verdaderos días donde no se podía transitar por las calles, pues no faltaba quien se permitiera el abuso de mojar a personas, niños, jóvenes, adolescentes y hasta ancianos enfermos, quienes a pesar de anunciar que no estaban jugando y su condición de salud, estos no eran respetados, sufrían los ataques de grupos de jóvenes zagaletones, quienes irrespetando edades, condiciones llegando a inducir a los indefensos ciudadanos a asumir conductas violentas consiguiendo al extremo de causar daños físicos verdaderamente considerables, pues hasta bombas congeladas se utilizaron así como aceites y otros productos nocivos para la salud.
Esta situación que en ocasiones llegó a propiciar verdaderos encuentros violentos entre grupos con saldos de personas heridas, fue el detonante para que las autoridades en esos años propiciara y sancionaran una Ordenanza que promoviera, administrara y realizara los carnavales Turísticos y Culturales de Carache, los cuales abarcaran los días viernes sábado domingo y lunes con la integración de las comunidades e instituciones del Municipio y principalmente la Parroquia Capital, esto sin duda, fue importante porque generó la oportunidad para los artistas creadores e imaginero para sus creaciones logrando a la vez, controlar a estos jóvenes, atrayéndolos a participar en los desfiles y disfraces así como en todas las actividades conexas a esta celebración.
Por lo tanto, quedó claro en el decreto que solo el ultimo día podía jugarse libremente carnaval, siempre y cuando no se hiciera con elementos dañinos al organismo y respetando a quienes no estén jugando carnaval, esto cambió la forma de actuar de los jóvenes impetuosos que solo esperan el momento y estas fiestas para disfrutar sanamente de sus carnavales, hoy cuando se rumora que no habrán fiestas de carnaval por la parte oficial, en vista de no contar con los recursos, al menos, debería haber actividades alternativas, que establezcan que solo se puede jugar carnaval los días lunes y martes, realizar actividades que requieran menos costos durante el fin de semana. Es una sugerencia válida para evitar que, ante la falta de desfiles y actividades acostumbradas, puedan los más inconscientes asumir actitudes que ya fueron superadas con el decreto de los Carnavales.