Por. José Gregorio Torres
Para hablar de cosas del espíritu, hay que contar con algunos elementos fundamentales uno de ellos es la fe y por eso hoy se puede hablar de un personaje que, para los caracheros, es merecedor del recuerdo permanente y por tanto Elcarachero.com, hoy se hace eco de su historia, la cual obedece a una entrevista que le fue realizada aún en vida y se trascribe parcialmente. Me encontré con el amigo Marcelino Cañizales, conocido rezandero y cantador de rosarios, tiene tiempo que no reza en mortuorios, novenarios, ni cabo de años, pues ya su salud no se lo permite aunque en la casa no deja de rezarlo, quien no ha tenido en su familia una necesidad de ocuparlo y que no le haya servido, nos contó que desde muy pequeño se familiarizó con eso de rezar el Santo Rosario, porque su papá era rezandero en el campo, él lo acompañaba siempre a los rezos y sin que se diera cuenta un día ya sabía rezar como su papá, estando todavía joven, dice que se vino para el pueblo y se residenció con su pequeña familia en el Bucarito, y sus primeros rosarios los hizo cuando se murió un Señor, José Leonidas Barrueta y unas Señoras entre las que recuerda a la finada Eneida Acevedo de Peña, entre otras que lo buscaron para que le rezara el novenario, en principio no quería hacerlos por el temor que se burlaran de él, sin embargo, lo hizo y para su sorpresa, les gustó la manera de rezar.
Asimismo, continuó, uno tras otro novenario, cabo de años y velorios, se fue extendiendo su fama de rezandero popular, un día cuenta que en Miquimbay en la casa de un Señor al cual no recuerda lo invitaron a un velorio y llegando se encuentra con el Maestro Amador Andrade, oriundo de Hato Viejo, el que ya por sus años tenía la fama de buen cantador de Rosarios en esa región, y como el amo de la casa preguntó ¿Quién va a cantar el Rosario? Marcelino que sabía de la fama del maestro, no hizo menos que con su silencio reconocer con humildad la experiencia y el respeto a quien le superaba en fama, pero para su sorpresa que es retribución a la humildad y modestia, el Maestro con clara decisión rompe el silencio diciendo ¡Marcelino lo Canta! el joven Marcelino, asume aquello como un gesto de buena fe de quien le antecede en experiencia.
Desde allí don Marcelino Cañizales, aseguró su lugar dentro de los mejores cantadores de rosarios, así como ya lo había hecho como rezandero. Como gente de campo se caracterizó por vestir su traje de siempre y el que lo hace ser fiel exponente de nuestro gentilicio, su blusa que tiene gran similitud con el liquilique, y su sombrero borsalino amigo que siempre le acompaña en todas sus andanzas, Marcelino Cañizales fue para nosotros parte de nuestra identidad cultural, su oficio de rezandero le dio el mérito para ser declarado patrimonio cultural de Carache, pero eso no fue posible en vida, por eso esta modesta reseña solo se considera una ofrenda y reconocimiento a su memoria por quien dedicó su vida a través del sufragio del Santo Rosario, a contribuir con la salvación de las benditas ánimas del purgatorio, para que por intercesión de la Virgen, sean llevadas al cielo. Ave María Purísima, así comienza la jaculatoria y así comienza el Santo Rosario Cantado. Así se perpetúa también el nombre de nuestro querido Marcelino, pues si de justicia divina se trata, ya nuestro recordado Marcelino debe estar en el cielo.