MARÍA IGNACIA UN PERSONAJE DE CARACHE QUE HOY SOLO RECUERDA SU HEREDAD COMO FRAGUERA

Por. José Gregorio Torres

 Ya hacen casi treinta años cuando María Ignacia concedió su primera entrevista, ella aún vive en el Bucarito, frente a la quebrada Vitarù, justo al lado de donde vivía el Sr. Tomas Pérez, recuerdo que llegue a visitarla, vivía en una casa muy humilde, su mamá ya muy convaleciente la acompañaba en su trajín diario, ¡..Pase adelante..! Me dijo María Ignacia, su inocencia y su conducta de mujer humilde era evidente, me preparaba un guarapito mientras me preguntaba ¿Usted viene a visitar a mi mamá?-  Y yo le respondía que sí, pero que en realidad era a ella a quien quería entrevistar, sin más me pregunta, ¿a mí? y agregaba sorprendida otra interrogante ¿y por qué a mí? .Es ese tipo de personajes que no saben lo importante que es su trabajo y por ello tal vez se mantienen en esa pureza que caracteriza a quienes día a día realizan un oficio que casi siempre es explotado y no valorado.

Foto referencial. Donde se aprecia hombres trabajando la fragua.

 Yo siempre me pregunté cómo y quién haría aquellas piezas metálicas que colgaban en las paredes de la pulpería de Rigoberto Dávila, o donde Juan Pérez cuando este popular comerciante era prospero, ¿.En cual negocio de mi pueblo no se vendían los aperos o artículos fabricados por María Ignacia,? y los que fueron tan útiles para nuestros campesinos y obreros. En su modesto taller estaba un aparato de cuero sobre un cimiento que parecía una acordeón, lo llamaba el fuey, el que comenzó a mover mientras me explicaba cómo funcionaba, no me imagine  nunca verme en aquel sitio con una mujer haciendo el trabajo de un hombre, pero no por ser mujer sino, por la clase de trabajo que realizaba, tomando un pedazo de hierro lo coloca en el fogón, en pocos minutos con la ayuda de la fragua, el martillo, comienza a golpear el hierro, mientras lo calienta hasta que se torna tan rojo como el tizón que conserva la braza de aquel fogón, así una y otra vez lo golpea hasta que lo modela, trasforma en lo que será un instrumento de trabajo, barras, escardillas, chacoras, frenos para bestias, piquetas, casquillos, y tantos otros implementos, que ya hoy no se obtienen en Carache.

 María Ignacia siempre se ha sentido útil; yo recuerdo verla pasar con una lata de agua sobre el rodete en su cabeza, o con un bulto de ropa en el cuadril, pues lavaba, planchaba ajeno, desde el mismo tiempo en que las planchas de carbón y de hierro eran útiles, esas que ignoramos hoy aun cuando se va la luz tan frecuentemente, no recordamos lo impotente que fueron en tiempos de oscurana, María Ignacia la Fragüera, ya no es un personaje anónimo, pues al igual que su apellido Acevedo, el padre adoptivo que tubo, le heredo para su sobrevivencia, este oficio desde niña, y el que ella supo reivindicar con sus propias manos. Hoy María Ignacia aun anda de casa en casa ya no con la misma energía de hace treinta años, pues ha vivido varias circunstancia difíciles pero para los caracheros esta mujer es ejemplo de trabajo, constancia pero también de fe y de amor por su pueblo.

María Ignacia la Fraguera de Carache.

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