Por. José Gregorio Torres
Cuando un joven fallece prematuramente, es porque su ciclo de vida ha culminado y ya no es necesaria su presencia física entre los que aun quedamos en este plano con algún propósito pues todos tenemos algo por lo que hemos venido a este valle de lágrimas, por lo general se tiende a pensar que es menos sentida la muerte de un anciano, porque ya ha cumplido con buena parte de su vida, es diferente cuando fallece un joven que apenas comienza su recorrido por las dificultades de la existencia. No obstante, en los dos casos ninguno es menos doloroso, luego que, establecemos el vínculo, familiar y de amistad, pues ninguna despedida es fácil para quienes abrazan los afectos más profundos que mueven a la humanidad, entre ellos el más fuerte, el amor.
Así fue Sandra Paola, siempre con una sonrisa en sus rostro desde niña, y al inicio de su adolescencia, ya contaba con el cariño de quienes la fueron conociendo, amiga de todos con sus características y picarescas actitudes, una joven normal que buscaba no solo compartir afecto, sino más aun recibir los que pudieran darle como si en su subconsciente presintiera la trágica historia que se entretejía en su cándida edad, pues aun cuando no contaba con sus quince primaveras ya su cuerpo que no aparentaba fragilidad alguna, se estaba preparando para darle una triste sorpresa, y es así que un día estando en su colegio, sin presentirlo llegó la primera señal de su enfermedad, la que le llevaría con dolor a sus últimos días, sin darle la oportunidad de ver logrados sus sueños de adulta y sucumbe ante esta mortal enfermedad.
Hace tan solo cinco meses Paola había sido dado de alta por los médicos que la trataron en Caracas y retorno a su pueblo con la alegría y la esperanza de que milagrosamente su enfermedad pudiera desaparecer, ella siempre estuvo consciente de su padecimiento y aprendió a convivir con ella pero no con sus efectos, pues no quería volver a los días de Hospital, al que solo aspiraba regresar para agradecer a sus médicos enfermeras y personal que le dieron su mano durante esos largos meses de terapias, “Ya no quiero más inyecciones, no quiero volver a esa cama, quiero v vivir normal y que mi mamá descanse”, así se expresó entre lágrimas nuestra querida Paola, ella sabía que podía ser una despedida y por eso compartió con sus amigos de Carache antes de recaer definitivamente y sucumbir ante la terrible enfermedad.
Igual quiso expresar públicamente el agradecimiento a sus benefactores y así lo hizo. Ya Sandra Paola se marchó de entre nosotros, pero nos deja un ejemplo de lucha, pues fue una joven que logro aun en convalecencia hacerse Bachiller de la República, Paola es para quien escribe esta nota una mártir, una valiente niña que aprendió y maduro en medio de una terrible enfermedad, pero que, nos deja con su sacrificio, una muestra de amor que todos debemos admirar y juntos con ella reflexionar. Desde El carachero.com queremos expresar nuestras sentidas condolencias a su madre y a todos sus familiares, a sus amigos y vecinos y a todos aquellos que se hicieron junto a Paola, parte de esta lucha por la vida y pedir el acompañamiento en estos momentos tan difíciles junto una oración por el eterno descanso de su Alma. El agradecimiento a las personas e instituciones y particulares que, junto a sus familiares, hicieron posible el traslado de Sandra Paola para que sus restos reposen en el cementerio de su pueblo natal Carache.