Por. José Gregorio Torres
El irrespeto es una práctica del hombre en todos los sentidos y niveles de la sociedad actual, se puede decir que de manera generalizada esta actitud del ser humano se ha hecho una constante en la vida de las personas, empezando desde el hogar por no decir familia, donde el irrespeto a los padres, es el primer eslabón de esa enorme cadena que pasa por irrespetar a los amigos, vecinos y en general a la sociedad, es un hecho generalizado en la conducta de la mayoría, un cuándo se puede confundir formación con educación; tomando en cuenta que estas tienen por sí mismas, característica diferente, se puede ser formado, mas no educado. El irrespeto es la antítesis del respeto.
El irrespeto, se manifiesta de diferentes maneras, no solo por la ofensa directa, sino también de forma indirecta, cuando no se cumple con una deuda, o el que le tira la basura al vecino, el que por envidia asume actitudes poco serias, el que se apodera del bien ajeno, o simplemente se colea irrespetando edades, esfuerzo y condición del otro, son demasiadas las conductas que podrían identificar como infractores del respeto. En conclusión, se puede calificar como una conducta básicamente de educación, es allí donde seguramente la historia reclama como se han desperdiciado tantos años de educación, pues hasta mediados del siglo pasado se era una sociedad culta y por tanto muy educada. Sería importante que de una vez por todas se definiera la propia identidad, de esta manera emprender una campaña en favor del respeto hacia los principales símbolos.
Hoy se ve reflejado desde las propias instituciones educativas, donde al parecer el esfuerzo de algunos por darle identidad y sentido de pertenencia a las generaciones futuras, se ha convertido en algo banal, por no decir despreciable, pues ya da lo mismo escuchar el Himno Nacional, regional y local, o el de la propia institución, los que parecieran una melodía cualquiera, el respeto a los símbolos patrios es hoy por hoy menos que nada, pues aun cuando la constitución establece parámetros legales para que estos tengan la majestad e importancia debida, nada al parecer ni las leyes, ni las ordenanzas comprometen a nadie a cumplir con estas obligaciones.
Es allí, donde la sociedad comienza a perder su norte, su identidad, más aún si quienes tienen el deber de promoverla, no lo hacen. Bandera, Himno y Escudo Nacional son en principio, los emblemas oficiales, que representan al país no solo en la pequeña localidad, sino más allá de las fronteras, donde orgullosos jóvenes connacionales, seguramente al escucharlos, se sienten reconocidos por su identidad como Caracheros, trujillanos y venezolanos.